Diseño reparador

Un paseo hacia el universo anti-descarte.

Por Verónica Sordelli

Diseño reparador

Un paseo hacia el
universo anti-descarte.

Por Verónica Sordelli

Pensar en diseño hoy en día nos invita a revisar ideas acerca del “diseño sustentable”. Aunque todavía somos muchos los que nos preguntamos de qué se trata realmente. Y es que la sustentabilidad se consolida probablemente como uno de los temas fundamentales del siglo XXI: un desafío que plantea al campo del diseño problemáticas sociales, económicas y medioambientales, y que desde el pensamiento proyectual se intenta dar respuesta a estas necesidades del presente sin comprometer las futuras. Sin embargo, algunas ideas continúan siendo colaboradoras y pueden ordenar lo que comúnmente entendemos por diseño “sustentable”.

En esta línea y refiriéndonos solamente al área medioambiental es posible identificar dos grandes universos implicados a “diseño & medioambiente” tales como:

Energía. Trata minimizar el uso energético y/o utilizar energías renovables, tanto para producir como para distribuir objetos y materias primas. En este sentido el uso de energía desde la extracción o recolección de recursos, el transporte hacia los lugares productivos, el empleo de energía en la producción propiamente dicha y el tipo de transporte y energía utilizados para distribuir a los lugares de comercialización hasta llegar a manos del usuario. En esta oportunidad, se puede agregar aquella energía que se utiliza cuando el objeto entra en desuso, tanto en el proceso de traslado, como en operaciones empleadas para su destino final o próximo.

Materialidad. Trata de revisar el origen de los materiales utilizados para producir un objeto de diseño. Existen dos grandes universos: el universo de los materiales nuevos: materiales orgánicos y certificados, que pueden retornar -descomponerse- al medioambiente, y el universo de materiales reutilizados donde aquella materialidad, sea nueva o reutilizada, debe ser contemplada por el diseñador para su reutilización.

Durante estos últimos años, el universo de los materiales reutilizados me ha ocupado trabajando, integrando o dirigiendo proyectos de investigación. Y es que las prácticas y técnicas de reutilización se han posicionado como opciones productivas casi artesanales generadoras de discursos pregnantes. Pero la reutilización de objetos o el llamado también “reciclaje creativo” tiene sus orígenes no en el mundo del diseño, sino en el mundo del arte. Así, Marcel Duchamp (1887-1968) introdujo elementos reutilizados con el Taburete bicycle wheel en 1913. Décadas más tarde, Picasso (1881-1973) continuó en esa línea con Cabeza de Toro, construida por un asiento y un manillar de bicicleta. Desde estos inicios el enfoque artístico, fue una forma de expresar cierta paradoja, ironía o sorpresa. También tal es el caso, de los hermanos Castiglioni (1918-2002) que aunque no mencionan de modo directo la relación de sus trabajos con los de la obra de Duchamp han adoptado sus principios. De la misma manera, sucedió con el arquitecta Gae Aulenti (1927-2012) y su mesa Tavolo con ruote (1980) o la mesa Tour (1993).

A finales del siglo pasado, diseñadores de objetos y mobiliario han tomado la línea de “reciclaje creativo” complementándola con ideas de diseño. Alrededor de 1990 con diseñadores como Tejo Remy (1960), Marcel Wanders (1963), Stuart Haygarth (1966), entre otros, el tono de los objetos reutilizados se hizo cada vez más reflexivo, abordando cuestiones medioambientales y relacionándolas a la problemática de los residuos y a la de extracción de recursos finitos. Muchos diseñadores Argentinos independientes, como también un sector de la industria, han avanzado en el desarrollo de circuitos productivos que proponen alternativas en cuanto a rutas de procesamiento, pautas de utilización, alternativas de certificación, procedimientos de recolección, técnicas de desarme y planificación de transformación, entre otros.

Desde entonces, rehacer, restaurar y reciclar se componen como prácticas de reutilización que responden a una doble problemática: reducen la cantidad de residuos, mientras que son utilizados como recursos y materiales para “nuevos” objetos, y han sido abordadas desde el diseño como una herramienta para la innovación vinculado al campo de la sustentabilidad. No obstante, existen diferencias en cuanto a la producción, la cantidad de energía que se invierte y el trabajo artesanal y la recolección que se realiza en cada una de estas prácticas. Y si bien no son la única solución productiva a la problemática medioambiental, conforman un espacio conceptual importante en cuanto al pensamiento proyectual.

D Indum. Verónica Sordelli

Especialista en Teoría del Diseño Comunicacional (DiCom). Diseñadora de Indumentaria UBA/FADU. Subsecretaria Académica de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Dirigió el Centro de emprendedores de la Secretaría de Extensión de FADU-UBA. Actualmente es Profesora Titular en la Carrera de Diseño de Indumentaria y Dirige Proyectos de Investigación en Teoría del Diseño en el campo de Reutilización Textil ISU-UBA.

Es ex-apparel Product Manager Timberland Argentina y Fundadora de Fabulósico, emprendimiento dedicado al diseño sustentable de moda/editorial para el mercado infantil, finalista y Ganador de Concursos, INCUBA VII y Bid Challenge 2010

Lámpara Mutan (2015) por Sergio Fasani y Luciano Bochicchio (Diseñadores Industriales UBA).

Lamp Tide (2005) por Stuart Haygarth.

Aproximaciones a modos de producción

El reciclado o recycling actualmente se lo define como aquella práctica que consiste en deshacer por completo un objeto hasta extraer el material en grado cero y utilizarlo nuevamente como materia prima. Hoy los diseñadores Fasani y Bochicchio reciclan (descomponen) alrededor de 600 tapitas plásticas para producir la lámpara Mutan, preparada y pensada con la posibilidad de una vez en desuso también ser reciclada para dar vida a otro objeto.

A diferencia del reciclaje el Supra-reciclaje up-cycling, se presenta como una práctica que no descompone el objeto en su totalidad, sino que se lo desarma o se lo reorganiza para construir uno “nuevo”. El objetivo es darle valor a trozos de residuos (textil, metal, madera), objetos en desuso o parte de estos. Se trata de rediseñar, cortar, complementar, componer con un objeto o varios o con parte de ellos.

Podría ser válido identificar los tipos de objetos de diseño resultado de suprareciclaje  teniendo en cuenta si se reconoce el o los objetos anteriores, o si no se reconocen. Por ejemplo, el original diseño de la Lámpara Tide (2005) del diseñador Stuart Haygarth está compuesta por desechos plásticos de distintos colores recogidos en la playa. El objeto de diseño pudo producirse, por primera vez, según los tipos de residuos encontrados y recolectados y su producción “en serie” dependerá de los tipos de objetos disponibles y sus variables. Esta lámpara, a diferencia de la lámpara Mutan, está compuesta por innumerables objetos y parte de ellos, combinados y ensamblados de modo artesanal. Ambas lámparas son plásticas y resultado de prácticas de reutilización. Sin embargo, en la lámpara Tide pueden identificarse objetos anteriores o parte de ellos y en la lámpara Mutan no. La producción de la lámpara Tide refiere a una escala menor y artesanal, ubicándose en un segmento de objetos “únicos”. En cambio la lámpara Mutan refiere a una escala mayor y a un sistema productivo industrial, que si bien incorpora la mano artesanal en la recolección de tapitas, se distancia del concepto de pieza única.

En el caso de la “chatarra” textil, más comúnmente llamada scrap, Tejo Remy comenzaba a recorrer el campo de este tipo de reutilización en 1991. La Silla Rag, que mantiene unida una gran cantidad de piezas textiles a partir de tiras de metal, se produce a pedido y la propuesta para su realización consiste en enviar ropa o piezas textiles propias y se entrega alrededor de 8 a 12 semanas. Uno de sus últimos diseños, propone otro modo de construcción en donde la construcción visual del descarte no es tan explícita. Me refiero la alfombra Accidental carpet (2008) que ensambla con líneas curvas, y con continuidad orgánica, descartes de lana afieltrándolos.

Acercándose a una idea similar, pero en clave menos colorida o hasta en algunos casos monocromática, la diseñadora Sabina Tiemroth ha trabajado a partir de una idea de ensamble contínua en Colección Simismo (2018), desarrollando una técnica constructiva para la confección textil muy particular, en donde utiliza retazos que une por los bordes.

Los casos de Supra-reciclaje son cada vez más, desde los hermanos Campana hasta 5.5 designstudio, un colectivo de diseñadores industriales franceses que desde el 2003 convirtieron  su estudio de diseño en un quirófano y en donde ellos se definen como cirujanos de muebles, modificadores políticos y artesanos de la idea.

En Buenos Aires las propuestas de diseño inmerso en técnicas de Supra-reciclaje día a día crecen. Baumm reutiliza parapentes para mochilas y objetos contenedores varios, al igual que Fuicartel que trabaja en la misma línea tipológica, pero reutilizando banners publicitarios. Biótico es otro caso sobresaliente que reutiliza material de los sachets. A partir de una larga cadena de producción que recorta en tiras el plástico y las teje entrelazándolas para formar una nueva capa laminar con la que confecciona desde vestidos demicouture hasta carteras y estuches. Feboasoma propone piezas únicas, principalmente murales desde el 2012. Agremenos más casos como: Carro efectos portantes con su línea sastre, Cirujeando con un trabajo a partir de desechos textiles, 3R design y Fauna Brava: para el segmento infantil y Reinventando propone pijamas para hombre y mujer. Inclusive Juliana García Bello (FADU-UBA) quien este año se presentó en el evento de Moda Bafweek con su colección “Dora Duba” realizada íntegramente a partir de supra-reciclaje textil.

Accidental Carpet (2008).

Silla Rag (1991) de Tejo Remy.

Colección Simismo (2018) de Sabina Tiemroth (Diseñadora de Indumentaria UBA).

Algunos expertos sostienen que las prácticas de reutilización son una estrategia de transición, otros opinan que son una opción alternativa que no implica un verdadero cambio de paradigma y hasta algunos señalan que las prácticas de reutilización son un infra-reciclaje que sólo consiguen realentizar el ciclo destructivo de los objetos. Pero la problemática de la gestión de residuos continúa y, en general muchos coinciden en que, los hábitos de consumo y los sistemas de gestión de recogida son los verdaderamente importantes para la implementación y el desarrollo de las prácticas de reutilización.

Parecería ser que si el destino de un objeto fuera desaparecer o perdurar en el tiempo, cualquiera de estas opciones deberá estar también diseñada. Las prácticas que permiten volver a utilizar objetos, se proponen como un modo de actuar y se orientan a pensar en una forma en que los ciclos de vida de los objetos sean cerrados y en donde los residuos sean pensados como futuros insumos. Es decir en donde los residuos dejen de ser residuos.

Pero entonces ¿Han perdido valor aquellas cualidades de perdurabilidad que tenían los objetos? ¿El diseño está dejando de proponer objetos bonitos para colaborar con lo que necesita la sociedad y medioambiente?

A comienzos del siglo pasado, algunos procesos de revisión relacionados con el diseño y los objetos, discutían acerca de la necesidad de “desornamentar” buscando un “nuevo estilo”. En 1908 Adolf Loos argumentaba “ornamento es fuerza de trabajo desperdiciada y, por ello, salud desperdiciada. Así fue siempre. Hoy significa, además, material desperdiciado, y ambas cosas significan capital desperdiciado” (Loos, 1972). Gilles Lipovetsky retoma ideas que desarrolla Loos “menos es más: este axioma modernista sigue estando de actualidad, sólo que el principio no se aplica ya a los excesos ni a los crímenes de la ornamentación, sino a los de la huella ecológica hipertrofiada” (Lipovetsky, 2016, p.263). Hoy en día, probablemente el camino del diseño “sustentable” sugiera un proceso en relación a “desintoxicar” un circuito relacionado con la producción y el consumo, aunque quizás el mayor grado de toxicidad se encuentre en patrones sociales heredados que funcionan a través de la idea de “producir para consumir”.

En el caso de las prácticas de reutilización, el diseño abre el debate acerca de su colaboración con el medioambiente y deberá cada caso ser analizado en forma independiente para evaluar cómo colabora con el cuidado medioambiental y cuáles son sus alcances. Pero la colaboración más importante e indiscutible es que construye un nuevo escenario sociocultural en donde lo cotidiano que es la basura y que también es producir y consumir puedan tener relevancia.

El diseño entonces no es un simple “hacedor de cosas bonitas” sino el motor que acciona en función de lo que necesitan las personas y que ha modificado su foco de acuerdo a las nuevas problemáticas sociales que vivimos. Quizás este “diseño reparador” sea el anfitrión que nos reúne y nos sigue manteniendo en debate, como ya lo hacía a principio de siglo pasado. Es el diseño que continúa en acción operando culturalmente, ya no con un espíritu de “desornamentación” sino con el objetivo de  “desintoxicar” el daño y de “reparar” esta cultura del descarte.