NOTA

Máquinas, telas, hilos: la vulnerabilidad de lo informal


Me dicen el clandestino, yo soy el quiebra ley



Me dicen el clandestino, yo soy el quiebra ley

Escribe Paola de Titto
Lic. Cs. de la Comunicación UBA
por Enlinea


La informalidaden datos

(Datos EPH / Salgado / Lieutier)

150 mil

Son los trabajadores en la industria textil local


250 millones de prendas

Es el volumen de producción anual


$34 mil

Es el salario básico por 40 horas semanales


De los trabajadores informales no llega al salario mínimo


De los talleres formales emplea con jornadas laborales de 8 horas


De los talleres no registrados emplea con jornadas laborales de 8 horas

Reflexionar acerca de las condiciones laborales y los modos de producción que exponen a miles de trabajadores y trabajadoras en la industria de la indumentaria que emplea cerca de 150 mil personas en el país, concentrados en CABA y en la provincia de Buenos Aires, nunca fue tan urgente.

La precarización del trabajo en el área a nivel local tiene diversas causas, y a nivel internacional otras tantas. Tendencias como la apertura de las importaciones y una retracción en la producción local a partir de los noventa; o la falta de confianza en políticas de nacionalización; y luego un mega consumo ligado a las exigencias de la moda y una acelerada reactivación económica posterior a la crisis de 2001, implicó cambios drásticos tanto en el proceso productivo como en las condiciones laborales. Desde hace varias décadas la informalidad laboral en el sector no sólo se ha multiplicado sino naturalizado derivando en precariedad y explotación.

A nivel local y de manera sostenida desde hace 30 años en vez de disiparse se ha intensificado. Hoy diversas ONGs e investigaciones interdisciplinarias confirman que entre el 70 y el 75% de la producción de prendas locales proviene de talleres informales “clandestinos” donde existen prácticas de trabajo precario, con hacinamiento de familias, en jornadas laborales extensas por una remuneración salarial que apenas supera el mínimo, con pagos a destajo (por prenda producida) y en algunos casos llegan a incluir la explotación infantil.

Mientras que desde la Dirección del Comité Ejecutivo de lucha contra la trata de personas afirman que la lucha contra la explotación de personas y la restitución de derechos a quienes han sido víctimas es una prioridad. Actualmente los equipos integrados por referentes, que durante años han trabajado desde la sociedad civil por ejemplo a través de la Fundación Alameda, manifiestan su fuerte compromiso contra la trata entendiéndola como una lucha por los derechos fundamentales de las personas.

Sin habilitación para producir o con licencia para otra actividad, en los talleres clandestinos se puede hablar de “trata laboral”. Su producción se destina a una venta al por mayor o para abastecer a primeras marcas nacionales, que tercerizan la confección por falta de talleres propios. En los últimos años más de 150 marcas locales fueron denunciadas por tercerizar su producción a talleres informales; y varios de esos expedientes juntan polvo en la justicia.

Las voces de los cuerpos vulnerados

Hay una relación desigual y deshonesta entre migración y talleres clandestinos. Algunas comunidades son convocadas con promesas de vivienda, trabajo y remuneración que luego en la práctica no se confirman. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la trata de personas implica instancias como: reclutamiento en el lugar de origen, el transporte de las personas y su inserción en el lugar de destino donde son explotadas. En Argentina se da tanto la “trata interna”, entre provincias del territorio nacional, como la “importación” desde países limítrofes como Bolivia, Paraguay, Perú y Brasil y la “exportación” en centro productivos en europeos y asiáticos.

Específicamente en el sector textil, en su investigación sobre “El trabajo en la industria de la indumentaria: una aproximación a partir del caso argentino” Paula Salgado, se refiere a la modalidad como “servidumbre por deudas donde la deuda inicial comienza con los gastos de traslado desde su país de origen y es cobrada con trabajo en el lugar de destino. Dado que la vivienda y la comida son provistas por el empleador, esta deuda se va acrecentando y debe ser saldada con un trabajo por el que se paga un salario muy inferior al estipulado por la legislación laboral”. En estos casos los empleadores directos o quienes tercerizan la producción; que no pueden confeccionar, no sólo someten a condiciones laborales extremas sino descuidan también la salubridad. En consecuencia varias de las condiciones precarias de los hogares/talleres han llevado a incendios en los “talleres clandestinos” de costura; cobrando la vida de muchas víctimas que ¿podrían haberse evitado? Si.

A partir de la sanción de la Ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y asistencia a sus víctimas, según el Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Víctimas Damnificadas por el Delito de Trata, entre abril de 2008 y 31 de agosto de 2019 se han rescatado y/o asistido 7354 víctimas Extranjeras (51%) y 7151 Argentinas (49%). De las cuales 8329 fueron por Explotación laboral (57%) y 6049 por Explotación sexual (42%).

Hoy diversas cooperativas proclaman representación propia en el sistema de producción y  poder demostrarle a las marcas que se puede producir en mejores condiciones con pagos más justos. Delia Colque Quillca integrante del Colectivo Simbiosis Cultural (con raíces en Bolivia extendidas en Argentina), en abril de 2019 en el marco de la Fashion Revolution Week en la UBA/FADU, recordó que donde trabajaba buscaban producción constante, implementando el método lean system que reduce todas las actividades que no añadan valor dentro en el proceso de producción; eliminar los tiempos vitales como ir al baño y tomar agua. Como costurera fabril compartía el trabajo con personas de entre 15 y 30 años con sueldos por debajo del mínimo. “El incendio (se refiere al de la calle Luis Viale 1269 en Caballito) fue una situación horrible que nos hizo reaccionar. Lo habíamos naturalizado, porque nos resolvía la situación de la cama, la comida y no gastar en viáticos”.

 

“El rubro textil es un rubro esclavizante y el sistema te obliga a aceptar estas condiciones de trabajo. La precarización no sólo está en los talleres, en la Salada, Once, sino también está en los shoppings” afirmó Delia Colque Quillca.

 

Juan Vásquez, también miembro de Simbiosis Cultural y Presidente del Centro Autogestivo Cooperativo Textil (CACT) Juana Villca; recordó que cuando hablaban de trabajo esclavo no se sentía así, cuando habían migrado habían perdido lazos sociales, asumiendo las condiciones del taller como satisfactorias ya que tenían techo y trabajo. “El trabajo en los talleres es así, los 0.70 centavos por pantalón son así”. Juan remarcó que el gran responsable es el Estado quien debería preguntarle a cada una de las marcas dónde están produciendo. La creación de la cooperativa textil fue un espacio donde cada uno pudo generar un espacio de participación y acompañamiento, “no sólo cuestionar la forma de trabajo dentro del galpón sino también hacia afuera, no sólo cadena de producción sino en el consumo”.

30/03/06

Fallecen Juana Villca (25) embarazada de 6 meses, Wilfredo Quispe Mendoza (15), Elías Carbajal Quispe (10), Luis Quispe (4), Rodrigo Quispe Carvajal (4) y Harry Rodríguez (3).

En Luis Viale 1269 (Caballito) vivían y trabajaban 60 personas, la mayoría de nacionalidad boliviana, con jornadas laborales de 16 hs., las habitaciones de convivencia familiar estaban separadas por cartones y telas, la instalación eléctrica era precaria, había un solo baño y no tenían agua caliente.

27/04/15

Dos niños de 7 y 10 años murieron.

El taller estaba montado en una casa tomada en Páez 2796 (Flores).

El incendio comenzó en el subsuelo de la propiedad, donde estaban las camas y las sábanas.

10/12/18

Fallece Mariana Ramos de 11 años. Sobrevivieron sus padres y su pequeño hermano.

El taller/vivienda se ubicaba en Cañada de Gómez al 2700 (Mataderos)

El fuego se inició en uno de los cuartos y se extendió rápidamente al resto de la casa. Se habría iniciado por la sobrecarga de un enchufe o un espiral encendido.

En Argentina

10 años después del incendio en la calle Viale, el  Tribunal Oral Criminal N°5 condenó a Luis Sillerico y Juan Manuel Correa a 13 años de prisión por considerarlos coautores del delito de reducción a la servidumbre.

El Juzgado Criminal y Correccional Nº 27 de la Ciudad de Buenos Aires sobreseyó a los empresarios Daniel Fischberg y Jaime Geiler y, según familiares de las víctimas y organizaciones que reclaman justicia, también del inmueble.

Hoy organizaciones de migrantes proclaman que el lugar sea expropiado como espacio de memoria.

En Argentina

10 años después del incendio en la calle Viale, el  Tribunal Oral Criminal N°5 condenó a Luis Sillerico y Juan Manuel Correa a 13 años de prisión por considerarlos coautores del delito de reducción a la servidumbre.

El Juzgado Criminal y Correccional Nº 27 de la Ciudad de Buenos Aires sobreseyó a los empresarios Daniel Fischberg y Jaime Geiler y, según familiares de las víctimas y organizaciones que reclaman justicia, también del inmueble.

Hoy organizaciones de migrantes proclaman que el lugar sea expropiado como espacio de memoria.

Opinión

La industria invisible:

Repensar la producción de indumentaria para un desarrollo global sostenible

Resulta imposible pensar en un desarrollo sustentable de la industria de la indumentaria, sin abordar la problemática de los procesos productivos involucrados. En todas las principales fases de producción podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que se suelen invisibilizar estructuras informales y “talleres clandestinos” que promulgan condiciones inhumanas para quiénes trabajan en la industria del sistema de la indumentaria. Es común asociar la idea de impacto ambiental y ecológico a la naturaleza de las materias primas textiles, sus procesos, los residuos que se descartan de los talleres, así como a los modos de consumo desenfrenados de un sistema de la moda que promueve una obsolescencia planificada a priori (retomando a Gilles Lipovetsky). Pero lo que merece ser puesto en foco, es la reflexión acerca de la innegable relación entre el impacto ecológico y las condiciones laborales que rodean a la industria de producción de indumentaria y textil. En este sentido es necesario remarcar que dichas condiciones dentro del esquema productivo de las prendas vestimentarias se presentan opacas, ocultas y asociadas al trabajo clandestino en una gran proporción dentro del campo. Un ejemplo emblemático es el difundido episodio del derrumbe de la fábrica textil del edificio Rana Plaza en Bangladesh (2013) o las estadísticas de informalidad en el rubro en la Argentina.

Esto se explica en el contexto de la búsqueda de bajos costos por parte de las marcas de moda, que generan un marco de informalidad, ilegalidad y en ciertos casos formas modernas de esclavitud. Es decir, con la externalización de actividades de las empresas, ciertas marcas se desentienden de aquello que acontece en las unidades tercerizadas que confeccionan, procesan, estampan o empacan los productos de indumentaria.

También desde la óptica de los consumidores se está cuestionando la lógica de ocultamiento de las grandes producciones masivas de prendas y textiles. Quién consume una prenda comienza a mirar en su etiqueta el origen, dónde fue producido y quiénes lo realizaron. Este fenómeno forma parte de una transformación hacia un consumidor más consciente y más interesado en la sustentabilidad.

Como manifiestan Fletcher Grose, medir el impacto ambiental es sin dudas, hacer foco en las personas que elaboran la producción, transparentar y mejorar todas las etapas de la cadena de producción y transformar la práctica del diseño de indumentaria de manera profunda. Godart plantea que en cada etapa se agrega valor económico al producto por el hecho de su transformación. Pero en realidad el valor agregado es también el impacto social. Es crucial anudar esta problemática a la cuestión de la sustentabilidad y las mejoras en la calidad ambiental del planeta. Este planteo conceptual es precisamente ver toda la película y no una imagen aislada. Por esta cuestión, es que deben surgir cambios gubernamentales (legislativos, de fomento a modos justos de producción), empresarios (mayor conciencia productiva) y de gestión del diseño como estrategias que puedan reinventar nuevos modos de crear productos.

Para la ONU, se define “el desarrollo sostenible cómo la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”. En 2002, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible resalta la importancia de hablar no sólo de un desarrollo en términos económicos y ambientales sino también sociales. Es decir, que el objetivo no se agota únicamente en el uso racional de los recursos naturales sin dañar la naturaleza sino en lograr condiciones de bienestar e igualdad para las personas que trabajan en las industrias. En este sentido, el diseñador en su rol de gestor de diseño, es cada vez más un actor importante en el replanteo de la dinámica productiva. Ya no piensa únicamente en productos, sino en el diseño de los procesos productivos que no están deslocalizados, y hasta incluso productos que puedan producir determinadas regiones especializadas en determinados saberes (clusters).

Considerando que la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta después de la petrolera, y a partir de la gran crisis productiva en la pandemia, se vuelve imperativo revisar las distintas fases de la cadena de valor. En este sentido nos proponemos cuestionar todos aquellos aspectos que sean reprochables, injustos y antiéticos. Es una tarea insoslayable y fundante que implica producir las transformaciones que puedan mejorar rápidamente los índices de empleo de calidad, dado que la industria textil-indumentaria cómo área estratégica, tiene mano de obra intensiva, y genera miles de puestos de trabajo en economías en crecimiento. Es decir que su contracara la convierte en una industria con potencial de cambio positivo en términos sociales, siempre que puedan revertirse estos aspectos laborales precarizados. Cerca del 80% de la fuerza laboral del sector textil son mujeres, quiénes se ven más afectadas por la ilegalidad y la falta de condiciones de bienestar en un alto porcentaje de los talleres productores de indumentaria. Este panorama también conforma una deuda pendiente en términos de construcción de una industria más justa y equitativa con quienes la sostienen.

Desde la perspectiva de la gestión del diseño y la producción es entonces un imperativo plantear otros modelos industriales, con menor impacto ecológico y mayores beneficios para los productores. Finalmente, para concluir, es necesario construir a futuro, con empresarios, productores, diseñadores y consumidores un nuevo escenario productivo. Es una deuda pendiente repensar y transformar la que de manera crítica me permito denominar la “industria invisible”.

Por Mg Verónica Fiorini
Prof. Titular Regular FADU-UBA. Especialista en Gestión estratégica de diseño FADU-UBA

Opinión

Formar diseñadores conscientes para no desentender las “cadenas de producción”

Como docentes de una universidad pública y profesores, puntualmente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, nuestra responsabilidad es formar profesionales cuyo perfil vaya más allá del diseñador-autor individualista para educar diseñadores más sensibles a la realidad de su país y que, al mismo tiempo, se vinculen con la producción y el trabajo. Ese es el nodo central de la estrategia que busca desarticular los modos de producción sostenidos por el trabajo esclavo. 

En 2017 con la modificación de los Planes de Estudios de las carreras de Diseño de Indumentaria y Diseño Textil, fue fundamental incorporar los contenidos necesarios para la formación de este perfil de graduados y graduadas responsables, con compromiso y sentido social en un tema tan vital como las condiciones laborales. De esta manera, a partir de la experiencia real y con la actualización de nuevos contenidos y enfoques, se implementó y puso en vigencia la materia “ética profesional” para profundizar una necesaria orientación y aplicación, desde una nueva ética, de los procesos de gestión del diseño.

La apuesta es cultivar la mirada crítica de cada estudiante, durante su transitar por la Universidad de Buenos Aires, hasta su graduación y orientar la mirada hacia aquellos sitios que nadie quiere que veamos. O que se pretenden permanecer ocultos e invisibilizados. Encontramos que ese tipo de reflexión, patrimonio de la universidad pública, es la condición indispensable para eludir el pensamiento necio y cómplice de los peores atropellos al ser humano, como lo son las condiciones de trabajo que la clandestinidad impone. 

A lo largo de los años, en el entorno laboral, hemos escuchado muchas excusas para alejarnos como diseñadores de estas situaciones clandestinas; como si la tercerización de los productos ocasionara la falta de control en la producción. El problema no es la tercerización, sino las condiciones de esa tercerización. Obviamente se pierde el control si uno quiere o le interesa perderlo. Son pocos los casos que pueden producir íntegramente una colección e invertir en toda la maquinaria necesaria para la producción de cada prenda o accesorio de diferente rubro, que necesite una tecnología en particular. Pero allí no está el inconveniente a repensar. 

Sino entonces el punto está en inculcar a las y los futuros profesionales, por ejemplo a través de las prácticas profesionales, para tener un rol fundamental simplemente con estar alerta en cosas tan simples como la cantidad o el tipo de máquinas que vemos armadas trabajando en un taller. Pensar y preguntarse si realmente pueden producir la cantidad de prendas que se manda a confeccionar. Porque de no ser así, detrás de la pared que vemos, están realmente los puestos de trabajo que tienen a sus trabajadores atados a las “cadenas de producción”. 

También sucede con los costos de mano de obra; es una cuestión matemática. No es tan difícil, sino el tema es NO desentenderse de estas cuestiones para marcar un fuerte contraste con empresas y sus responsables que no aceptan una exigencia de transparencia en la contabilidad de las empresas ni mecanismos más democráticos en sus responsabilidades políticas frente al conjunto de la población; dejando al descubierto la falta de contenido ético en sus actividades productivas. Frente a un gran volumen y bajo costo de producción, se hace evidente una práctica de explotación laboral.

Así de simple es la cuestión; cuando la cuenta no te da.

Por Prof. Marcela De Zen
Profesora Titular UBA/FADU Medios Expresivos. Subsecretaria de Vinculación FADU.

Andrés Matta

Dr. en Ciencias Económicas, docente e investigador en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Se ha especializado en el estudio de los vínculos entre las estructuras socio-productivas, las tecnologías y el empleo, así como en el análisis de las políticas de desarrollo relacionadas con estos aspectos a nivel sectorial y territorial.


Jerónimo Montero Bressán

Geógrafo, investigador del CONICET en el IDAES de la Universidad Nacional de San Martín. Se dedica al estudio de la industria de la indumentaria desde 2006, cuando para su tesis de doctorado (Universidad de Durham, Reino Unido) investigó cómo evolucionó esta industria entre el fordismo y el neoliberalismo a nivel mundial, y cómo esos cambios afectaron a miles de trabajadores.

El revés de la trama

La explotación laboral en cualquier coordenada del planeta no se detiene si no se denuncia, investiga, juzga y controla. Y la amplitud de rubros y espacios en los que se manifiesta tampoco es finita. La industria de la producción de indumentaria y textil no está exenta de esta situación ilegal. En los últimos años diferentes ONGS o diversas investigaciones universitarias abordaron y batallaron sobre el tema con preocupación.

Hace pocos días, se publicó el primer libro que incluye varias investigaciones realizadas en los últimos 10 años sobre la problemática en territorio argentino. Andrés Matta (Universidad Nacional de Córdoba) y Jerónimo Montero Bressán (Conicet / Universidad de San Martín) son investigadores con responsabilidad social y desde hace años investigan qué sucede en el área. Hoy son los coordinadores del libro ¿Quién hace tu ropa? Estudios sobre la industria de la indumentaria en Argentina”, recientemente publicado por Prometeo, que retoma un debate necesario con todos los actores del sector. Allí se habla de múltiples dimensiones estrechamente relacionadas, que pretenden ser una radiografía actual de la producción, las condiciones, las desigualdades. Y detalla las ganancias de la industria de indumentaria en la Argentina, su comercio y los vínculos entre las grandes marcas con el trabajo informal.

Puntualmente, en el caso del análisis de la industria de indumentaria en el Gran Córdoba “del 91% de las unidades productivas analizadas; el 41% es totalmente informal, el 35% posee alguna irregularidad de evasión porque no se registran como fabricantes sino como comercios (y evitan la inspección) o están registrados como fabricantes y no tienen trabajadores registrados. El 9% restante en algún momento manifiesta un vínculo con la informalidad porque termina subcontratando a partes que están en el 91%”.

 

¿Cómo influyó la problemática de la industria local, producción y consumo, en la informalidad de contratación laboral?

Para nosotros el origen está relacionado con las estrategias de las empresas y marcas locales. En Argentina ya desde los 70 y 80, con la caída del consumo de una industria dedicada al mercado interno, las empresas se quedan sin clientes y después se abre a la importación en los 90 y esto termina de afectar a las fábricas. Entonces muchos de los empresarios que hoy tienen marcas, en realidad eran dueños de fábricas que en ese contexto, de creciente importación de ropa y caída de la demanda interna, cerraron las fábricas; y en vez de producir ropa estandarizada en sus fábricas se dedicaron a producir ropa de marca con algún componente de moda. Los que producen eso son los ex trabajadores de sus fábricas. Y a esto se le suma también la mano de obra migrante, sobre todo de Bolivia y talleristas coreanos, que ven en esa mano de obra subcontratada un buen negocio y comienzan a ofrecer mano de obra más barata que aquella de los trabajadores a domicilio.

 

Muchas obreras me han dicho que en los años 80 ahorraban con sus salarios, por ejemplo con los pagos por productividad, desde hace unos años pasaron a una situación precaria en la que hasta no les pagan ni vacaciones, aguinaldo u obra social. Se les comenzó a pagar pura y exclusivamente por el trabajo hecho.

 

En Argentina según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC se estima que hay unos 150 mil trabajadores abocados en la confección de prendas de los cuales entre el 70 y 75% son informales. Son cuentapropistas, en su mayoría costureras domiciliarias y el resto trabajan en talleres de distintos tamaños (garages o galpones dispersos en las principales tramas urbanas del país). Bajo estas particulares condiciones de informalidad todos estos talleres pueden verse como “clandestinos” al funcionar fuera de toda norma. Andrés Matta observa que en el tratamiento que suelen hacer los medios, únicamente toman como clandestino a los talleres en donde además de tener estas condiciones de informalidad hay un trabajo forzoso o reducción a la servidumbre (esta última tipología no son la mayoría de los talleres). Y que si hay que tener en cuenta que condiciones laborales con alta intensidad, largas jornadas con más de 12 horas, salarios por debajo del mínimo y condiciones precarias de higiene y seguridad si son moneda corriente y se encuentran en la mayoría de los casos.

 

“Muchos de los empleados informales están también en talleres registrados que incumplen con el registro de los trabajadores o con las condiciones de trabajo”.

 

¿Cuál es el porcentaje de informalidad laboral?

 A partir de sus características es imposible hacer un cálculo exacto de la cantidad, pero se puede hacer algunas estimaciones. Por ejemplo, Ariel Lieutier en un trabajo que hizo en 2007 (año que según la (EPH) es cuando se da la mayor informalidad) calculó que había unos 5000 talleres en la ciudad de Buenos Aires con unos 30 mil trabajadores. Si tomamos esos valores como parámetros probablemente hubiera sido el doble en todo el país.

Como la industria crece y se reduce de manera muy flexible en función de los ciclos económicos es probable que hoy haya unos 8000 talleres en todo el país. Se puede ver que el empleo y la cantidad de talleres acompañaron el crecimiento de la economía entre 2003 y 2008 y que caen en los años de crisis como 2002, 2009 o 2017 (que fue uno de los peores años de la industria antes de la pandemia).

 

¿Y en qué zonas está presente?

El 80% del empleo del sector está concentrado en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano.

Sobre la informalidad y su responsabilidad, Jerónimo Montero Bressán, es directo “a partir del incendio del taller de Caballito en la calle Viale se demostró que las marcas también estaban involucradas. De hecho a mi entender son las principales responsables de la generación de esta informalidad. Cuando nosotros miramos a la Salada por ejemplo vemos talleristas que trabajaban en un principio como talleristas para marcas que les pagaban nada, mal o tarde y entonces vieron el negocio en comercializar su propia producción a través de la Salada y otros mercados.

 

 Según manifiestan en su libro hay 120 marcas de indumentaria denunciadas ¿aquí qué rol adoptan las cámaras de industria y comercio?

Lo que la Cámara de la Industria de Indumentaria ha hecho en estos años junto a la fundación Protejer es hacer lobby por protección comercial y reducción de las cargas patronales y de impuestos. Lo que dicen es que no pueden competir con lo que viene de afuera. Entonces en el 2009 por ejemplo se aplicó una protección comercial a una administración del comercio fuerte en el sector bajo la promesa de que iban a generar empleo decente y eso no sucedió. Los empleos no crecieron desde que se aplicó la protección comercial. De hecho en el 2015, luego del incendio de otro taller donde murieron dos chicos, la problemática siguió intacta. Desde el incendio del 2006 las condiciones no han cambiado y mucho menos han cambiado en función de la actitud de las marcas de blanquear su cadena. Hubo un par de marcas como Rapsodia que invirtieron en una fábrica que coser para ellos.

 

 ¿Cuál es la lectura que hacen sobre la cobertura mediática?

Ha sido muy divergente, sostiene Jerónimo Montero Bressán, los medios alternativos permanentemente publican sobre el tema y hay grandes medios como La Nación y Clarín que publican muy poco. Cuando la cuestión ganó mucho lugar en los medios fue con el incendio del 2006 y en el juicio a los talleristas en 2015 había 7 cámaras de televisión y un juzgado lleno de legisladores de la ciudad.

Particularmente en las notas de La Nación se justifican los precios altos de la ropa, y no se habla de la informalidad laboral que alcanza al 70% del sector, y se publica el punto de vista de las cámaras del sector, y sus quejas sobre los costos financieros, de los shoppings y de los impuestos. Y muestran datos absolutamente inflados, en donde las marcas del sector tienen una ganancia de 4,8%; que es lisa y llanamente una mentira.

 

En un capítulo del libro se comparan costos y repartos en la cadena productiva …. y se demuestra que las marcas ganan entre un 20 y un 30%.

Si bien los shoppings y los bancos ganan mucho en función de lo que hacen, que es muy poco, lo cierto es que las marcas tienen una super ganancia y no se justifican ni los precios; y muchísimo menos la informalidad laboral. Por ejemplo, para una prenda que se vende en un shopping la diferencia entre que se haga en un taller clandestino y un taller formal es menos del 2%. Entonces las marcas cuando aplican la informalidad laboral simplemente lo hacen porque pueden, porque no hay control y porque hay apoyo del Estado al sector. Este ha logrado difundir la idea de que no puede competir con lo que viene de afuera; cuando lo que viene de afuera y su participación nunca ha superado el 20% de lo que se vende en el país.

El recorrido del libro no se queda en la denuncia. En ese sentido Andrés Matta destacó que el último capítulo del libro elabora una propuesta basada en distintos lineamientos en donde señalan que todos los que forman parte del proceso productivo tienen algún grado de responsabilidad en el problema. Pero como a la vez no tienen la capacidad de modificarlo en modo individual, consideran que cualquier solución tiene que surgir de un espacio de concertación donde puedan participar todos los involucrados y afectados por los problemas de esta cadena productiva. “Creemos que no sirven las soluciones unilaterales, ni siquiera del lado del Estado; ni tampoco unidimensionales, que quieran solucionar todos los problemas con un tipo de política espasmódica”.

 

¿Cúal es la mirada para el desarrollo productivo del sector?

Consideramos como posible una línea que proteja a la industria y a los trabajadores de la competencia externa. Para generar una política de desarrollo industrial basada en la innovación, inversión, la incorporación de tecnología, en el apoyo a las estrategias de gestión financiera y capacitación. Creemos que la protección no es suficiente si no se genera esta política de desarrollo que fortalezca todos los servicios financieros y no financieros con la articulación productiva. Otra línea de fuerza tiene que ver con el fortalecimiento de las instituciones y los derechos de los trabajadores. Esto implica fortalecer el trabajo que hacen los sindicatos, fortalecer los marcos normativos, para desalentar la tercerización (visibilizando mediante mecanismos de trazabilidad a los eslabones del proceso productivo) y mejorar la fiscalización. Y finalmente, es posible mejorar el apoyo a las organizaciones de la economía social, a las empresas y organizaciones que hacen prácticas sustentables y a los centros de servicios y bancos de insumos de marcas colectivas que pueden descentralizar geográficamente a la industria.

 A nivel nacional e internacional también hay que aprender de las experiencias de promoción del comercio justo, del consumo responsable y el uso de materiales orgánicos y biodegradables, afirmó Andrés Matta.

 

¿No ven utópico pensar en una producción sustentable mundial?

Es difícil hacer un pronóstico y más en este contexto incierto.

En países como el nuestro que está afuera de las grandes cadenas de valor, si se protege a la industria y al mismo tiempo se despliegan políticas integrales consideramos que se pueden generar mejores condiciones de trabajo. Esos cambios deben darse basados en pequeñas experiencias de nicho como las experiencias de la economía solidaria, cooperativas, promoviendo empresas de moda sustentable, marcas que garanticen la trazabilidad de sus materiales y la calidad de sus mano de obra y empleo. Aquí los Estados, el sistema de ciencia y técnica y las universidades deben apoyar estas iniciativas sobre todo porque la innovación tecnológica en materiales, proceso y diseño puede colaborar con ese objetivo.

Pero si uno observa algunas tendencias globales en cuatro dimensiones, que no son independientes entre sí; la tecnología; los hábitos de consumo; las regulaciones al comercio internacional y la existencia de poblaciones pobres, que por su necesidad estén dispuestas a trabajar en las mismas condiciones, si estos 4 factores se mantienen no hay mucho margen para ser optimistas. Los datos muestran que cuando en un país mejoran los ingresos de las trabajadoras o aumenta la resistencia obrera, la industria siempre encuentra otra población más vulnerable para emplear (como sucede ahora en países como Etiopía en África en donde se está pagando entre U$S 20 a 30 al mes).

24/11/12

Mueren cerca de 120 trabajadores, en su mayoría mujeres, y cerca de 200 resultaron heridas a causa del incendio de una fábrica textil con 9 plantas ubicada cerca de Dhaka.

26/04/13

El derrumbe del edificio de Plaza Rana Savar, albergaba cinco talleres de confección, y culminó con la muerte de 1127 trabajadoras mujeres. Se lo considera la mayor tragedia mundial en el rubro al quedar demostrado su nivel de precarización (en aquel entonces cobraban 30 euros al mes). 

20/09/17

Al menos seis personas murieron como consecuencia de un incendio en la fábrica Textile Mills en Munshiganj (ciudad a 20 kilómetros de Dhaka).

En el mundo

La globalización de la producción de nuestra ropa concentra 1 millón de trabajadores en lugares como  India, Pakistan, Vietnam, Bangladesh, Honduras o China. Tendencias como el fast fashion de producción masiva de ropa casual y económica, se usa y se descarta a la temporada siguiente, provoca desastres económicos y medioambientales. Así, en Bangladesh más de 5000 fábricas textiles producen para las multinacionales Tesco, Wal-Mart, H&M, Marks & Spencer, Kohl’s, Children’s Place, C&A, Kik, El Corte Inglés, Cato Fashions, Primark, Carrefour, entre otras. La industria textil es considerada una pieza central en la economía de Bangladesh, en los últimos 40 años se convirtió en una industria que representa cerca del 80% de sus exportaciones.

En el mundo

La globalización de la producción de nuestra ropa concentra 1 millón de trabajadores en lugares como  India, Pakistan, Vietnam, Bangladesh, Honduras o China. Tendencias como el fast fashion de producción masiva de ropa casual y económica, se usa y se descarta a la temporada siguiente, provoca desastres económicos y medioambientales. Así, en Bangladesh más de 5000 fábricas textiles producen para las multinacionales Tesco, Wal-Mart, H&M, Marks & Spencer, Kohl’s, Children’s Place, C&A, Kik, El Corte Inglés, Cato Fashions, Primark, Carrefour, entre otras. La industria textil es considerada una pieza central en la economía de Bangladesh, en los últimos 40 años se convirtió en una industria que representa cerca del 80% de sus exportaciones.

Acciones mundiales

Con una bandera que pide una “revolución pacífica” para exigir una “industria limpia” Fashion revolution es un movimiento internacional, con base en 100 países, que desarrolla estrategias multidisciplinarias, campañas y acciones como colectivo que trabaja para hacer de la moda un lugar más sano. La campaña “Who made my clothes?” (¿quién hizo mis prendas?) propone no sólo pensar quién produce aquellas prendas que consumimos sino dónde, en qué contextos, en qué condiciones, bajo qué legislaciones y en el marco de un comercio justo. “Creemos en una industria de la moda que valore a la gente, el medio ambiente, la creatividad y la ganancia en la misma medida”.

Organizaciones como Greenpeace, en el marco de diversas campañas, han denunciado a fabricantes que usan gran cantidad de agua y productos químicos tóxicos que desechan en desagües. La ciudad de Xintang en China, denominada “la capital mundial del jeans”, provoca una contaminación peor que Vietnam con la producción anual de 300 millones de jeans. Los residuos terminan en ríos como el Pearl transformándolo en aguas negras y venenosas con altos niveles de plomo, cobre y cadmio.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU)

de las víctimas son mujeres o niñas

son menores de edad (niños, niñas y adolescentes)

Legislación local

Ley N° 26.364 incorporó el delito de trata de personas al Código Penal de la Nación al definirla como “el ofrecimiento, la captación, el traslado, la recepción y/o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional, como desde o hacia otros países”.


Ley N° 26.842 incluyó cambios en la configuración del delito y creó los organismos encargados de llevar adelante las políticas públicas en la materia: el Comité Ejecutivo y el Consejo Federal para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas.

Plan Nacional 2020-2022 de acciones y políticas públicas

 

Reconstruir horizontes de vida

La trata y la explotación de personas tanto laboral, sexual como parental constituyen una de las más graves violaciones a los derechos humanos al establecer una relación de sometimiento y cosificación que debe afrontarse desde una dimensión social, cultural, política y económica y que en muchas regiones y sectores se encuentran naturalizadas e invisibilizadas sin un abordaje adecuado.

 

¿Cuán complejo es transformar patrones y factores, culturales y económicos que en algunos casos como en la industria textil se naturalizan?

Para la Lic. Patricia Gordon, Psicóloga y Coordinadora de los Equipos Técnicos del Comité Ejecutivo de lucha contra la trata y explotación de personas y para la protección y asistencia a sus víctimas de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, la transformación de esos patrones y factores es justamente la base de la prevención que venimos realizando desde el Comité . Por supuesto que resulta complejo evidenciar situaciones que se han instalado desde hace siglos y la complejidad está dada porque estamos ante un sistema que para perpetuarse se sostiene en el aprovechamiento de factores de vulnerabilidad y en las necesidades de las personas. Y entonces, necesita también que esas personas crean en definitiva que la explotación no es tal, que las desigualdades existentes son “naturales”. Por lo tanto, la complejidad se da en varios planos; se vuelve necesario perseguir el delito que tiene como único fin la explotación pero a la vez es fundamental llegar a quienes muchas veces no se autoperciben como explotados/as y debido a su contexto y a su vulnerabilidad terminan sufriendo pasivamente las consecuencias de la trata y la explotación. Para esto último es muy importante trabajar y dar a conocer los derechos que tienen en torno a las condiciones del trabajo, los horarios, el salario y todo aquello que constituye ese aprovechamiento que está por fuera de las leyes y los convenios en nuestro país.

 

«La articulación constante con la Procuraduría de trata y explotación de personas PROTEX que es un organismo asociado al Comité, nos permite actualmente una rápida intervención y respuesta ante las denuncias. Como así un mayor y mejor seguimiento de las causas».

 

El Plan Nacional tiene ejes nodales como la prevención de la trata, la asistencia a damnificados y la persecución a responsables del delito ¿Cuál es la situación actual de esas prioridades y dispositivos desarrollados por los organismos estatales?

En materia de prevención y a través de múltiples convenios realizados con diversos sectores (sindicatos, gremios, asociaciones u otros organismos de la sociedad civil) y también a través de los lazos establecidos con organizaciones sociales del NEA, NOA, Cuyo, interior de la Provincia de Buenos Aires, Centro y Patagonia, estamos brindando capacitaciones específicas en materia de trata y eso nos permite que esos sectores capacitados también difundan y hagan campañas en torno a la línea 145 que es nacional y recibe las denuncias y consultas sobre el tema. En cuanto a la asistencia, el Plan Bienal 2020-2022 contiene acciones en torno a un Proyecto de Viviendas que junto al Ministerio de Desarrollo y Hábitat de la Nación, contempla la posibilidad de que luego del rescate las víctimas de trata puedan acceder a subsidios para alquileres, construcción o mejoramiento en caso de que posean un espacio físico. Por otra parte, hemos logrado junto el Ministerio de Desarrollo Social y Senaf (Secretaría de niñez, adolescencia y familia) que se vuelva más dinámico el circuito y acelerar la entrega de los beneficios sociales como el Potenciar y estamos trabajando también en una ayuda económica urgente. Otro de los proyectos que se están cerrando es la creación de un cupo laboral con el Ministerio de Trabajo. Y ya estamos avanzando con la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud de la Nación en el trabajo conjunto con las Direcciones de Salud Mental provinciales para mejorar los dispositivos de atención y acompañamiento terapéutico.

Con la incorporación de la AFIP y la UIF estamos completando lo que implica la persecución del delito y el seguimiento de la ruta del dinero. Por otra parte, hemos intensificado nuestro accionar en cuanto a la trata con fines de explotación laboral en diversos rubros y a lo largo y a lo ancho del país a través de inspecciones y fiscalizaciones junto a UATRE-RENATRE y otros organismos.

El Centro Demostrativo de Indumentaria, ubicado en Melgar 38 (Barracas), surgió hace 12 años por una iniciativa conjunta entre el Gobierno Nacional y de la Ciudad como un Polo Textil de destinado a ayudar y dar trabajo digno a costureras y costureros; que escaparon o fueron rescatados de los talleres clandestinos. El espacio administrado por el INTI cuenta con maquinaria, incautada de juzgados federales y del aporte del Ministerio de Desarrollo Social, para la producción de cooperativas y una alternativa de reinserción laboral efectiva.

 

¿Cómo funciona actualmente el Centro Demostrativo de Indumentaria? 

En el Centro Demostrativo de Indumentaria existen 5 cooperativas, 43 trabajadores/as en un horario de 8 a 16 hs. de lunes a viernes. Hay 12 clientes fijos, en su mayoría son marcas entre fabricantes y algunos diseñadores pequeños. Cada cooperativa si bien funciona de manera autónoma, hay veces que comparten clientes si las producciones son grandes. Cada cooperativa tiene sus autoridades, la administración del CDI son miembros del INTI y verifican que tengan toda su documentación al día y en regla. Con los clientes el vínculo es autónomo pero los presupuestos son chequeados por el equipo técnico del INTI, se intenta acordar precios entre todas las cooperativas. Lo que se hace es corte y confección y terminaciones.

Entonces si la informalidad… y precarización del trabajo en la producción de la industria de indumentaria, tanto en la Argentina como principalmente a nivel global se ha multiplicado década tras década, se hace evidente que; como sociedades es vital desnaturalizar la situación del área. Y que para atender cada situación en particular y revertir una modalidad de producción, no por tercerizar una parte del proceso productivo sino por las características de esa tercerización, los cambios deben darse desde la esfera gubernamental tanto política como legislativa y judicial, desde el área empresarial en sus diversas escalas, desde las etapas de desarrollo productivo, desde los espacios de representación institucional y gremial; y también, y no por último menor, desde de los modos de consumo.