Invitado por la cátedra Arbos-Szmukler, de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la FADU y entrevistado por Martín Caldeiro, docente de dicha cátedra, Pino Solanas habló de todo. Con dieciocho largometrajes en su haber el director de cine, y actual senador de la Nación (por Proyecto Sur), no está de acuerdo con la idea de que el llamado cine documental es un documento. “Documental es una palabra ingrata, mezquina, que le resta perspectivas. ¿Qué quiere decir documental? ¿Cómo “documento”? Si yo te cuento cómo filmé una de las escenas de estos documentales, tiene mucho más de puesta en escena, repeticiones de toma”, afirma y utiliza como ejemplo Viaje a los pueblos fumigados, su última película “de revelación” estrenada a principios de 2018.
Sobre el cine “documental” o de “revelación”
Sólido en su pensamiento, y con modo enfático e hiperbólico, Pino va más allá y cuestiona la postura inglesa: “No dejarse atrapar por las idioteces «no, los documentalistas ingleses hablaban de la objetividad de la cámara». Si la cámara es el elemento más subjetivo que existe, si desde el momento que vos encuadras estás haciendo un recorte muy concreto de la realidad”.
Como contrapropuesta, Solanas habla de cine de fusión de géneros. Y concibe y hace sus documentales utilizando todos los lenguajes posibles del cine y todos los materiales disponibles, como material de archivo y fotografías –antes de rodar toma entre cuatro y cinco mil fotos–, y con procedimientos de la ficción, como la puesta en escena.
“Por ejemplo, el cacique Basualdo de los wichí, que empezó hablando; eso es una puesta en escena. Pero primero llegué, recorrí el lugar con él, hablamos una hora, nos hicimos amigos como chanchos.
Ya me perdió todo respeto. Y después sí, le indico «caminás y entrás… no, repetimos», pero de una manera natural que no se tiene que dar cuenta que estamos haciendo una escena”.
Por ello, para él se trata de cine de testimonio libre, “son testimonios, pero la mayor parte preparados”, agrega. Aunque claro, hay que saber hacerlo, hay que saber relacionarse con el sujeto, con los personajes. “Para mi son actores, son personajes. En este documental yo tengo veinti tantos personajes que los fui buscando y seleccionando en la realidad. Tan importante como tener un gran escenario es tener un gran personaje. Cada personaje tiene que pegarte una piña, tiene que descubrirte un mundo. Yo prefiero llamar a este cine, cine de revelación testimonial, o cine de revelación. Porque revela una realidad. El objetivo de estos documentales, desde La hora de los hornos hasta acá, es descubrir, revelar, correr, levantar la cortina de una realidad que no veíamos”.
La democratización del cine
“Aquello era la carreta. La hora de los hornos filmé la mitad de la película con una cámara Bolex a cuerda. Las tomas más largas eran lo que daba la cuerda, 26 segundos. A los 26 segundos se te paraba la película”, recuerda entre risas Pino sobre su primer film, estrenado en 1968.
Cincuenta años después, las cosas han cambiado mucho y, para Pino, el cine se está democratizando. “El desarrollo de las nuevas tecnologías, las cámaras pequeñas, el digital, lo que se ha avanzado en la captación del sonido (…) He filmado estos documentales con un equipo que entraba en una valijita así. Y con eso proyectás en una sala con 1500 personas en Venecia, en Toronto o en Cannes. Todo esto ha democratizado el cine, porque estos equipos no son imposibles (…) Hacer un largometraje con una cámara de 4 o 6 mil dólares está bárbaro. Hoy hay cámaras de 3 o 4 mil dólares excelentes, 4 k, con todos los chiches y podés filmar con una obertura enorme y unas ópticas…”.
Sin embargo, los adelantos tecnológicos no son suficientes. “Lo más importante es el futuro de nuestra capacidad inventiva, nuestra capacidad de búsqueda y de descubrimiento. Porque en general la tendencia entre los estudiantes es que cuanta mejor tecnología tengo y equipos más importantes tengo, yo soy mucho mejor. Y es mentira esto”, sentencia Solanas.
Los consejos de Pino
Además de su trayectoria como político, su carrera como cineasta lo ha llevado a dar clases en varios lugares del mundo. “Me gusta enseñar y a esta altura de la vida no hay nada más lindo que pasar lo que uno ha aprendido después de muchos golpes, porque el aprendizaje es un acto doloroso, no hay que olvidarlo”. Por ello, para cerrar esta nota, qué mejor que compartir algunas de las muchas enseñanzas o reflexiones surgidas de este encuentro:
“En las cinematografías pobres como las nuestras… hay que decirle a las chicas y muchachos que empiezan, no se necesita una millonada de dinero para hacer algo muy fuerte y perdurable e inolvidable. Lo que se necesita tener es grandes ideas, en lo emocional, en lo humano”.
“No hay nada más fuerte que reemplace una imagen fuerte, cargada de drama; una escena humana fuerte tiene una resonancia emocional más grande que la más espectacular batalla de millones de dólares”.
“Ninguna obra está terminada casi nunca. Ni en literatura ni en cine ni en nada. (…) En cualquier película poné un cinco por ciento más de presupuesto para lo que tenés que rehacer y dejá tres o cuatro días para retomas. Al mes o a los dos meses del primer montaje te vas a dar cuenta de que te faltan dos tomas acá o que es mejor hacer esta secuencia de vuelta”.
Saber ver y saber equivocarse
Para Pino Solanas, la cámara fotográfica es vital. Fundamentalmente en un arte, como el cine, donde la mirada lo es todo. Por ello, cree que lo más importante en el cine es “saber ver” y que hay que trabajar la mirada. “Y se trabaja la mirada sacando fotografías. No es apretar el gatillo. Sacar fotografías es la operación conflictiva del ida y vuelta entre qué es lo que saco y qué es lo que dejo”. Por ello agrega: “La dirección cinematográfica te somete a un conflicto constante de estar eligiendo y eligiendo y eligiendo”.
En esas elecciones, el error está a la orden del día. Por qué, nos animamos a preguntar. “Porque están las subjetividades. Entonces todo lo que uno hace lo tiene que chequear. Los muchachos no entienden que hay que chequearlo, por el temor de que no funcione. Y eso sucede. ¿Sabés la cantidad de veces que no funciona? Yo tengo dieciocho largometrajes y mil películas de publicidad y me equivoco. La subjetividad a veces me traiciona. Hay que meter las cosas en el freezer, y en una semana, quince días, un mes lo ves y «uh, cómo dejé esto». El bajón es que lo tenés que hacer de vuelta. La cantidad de veces que yo he celebrado haber terminado una película y volver a verla y «uhhhh, no funciona esto…»”, cuenta y se ríe.
Un poco de política
Imposible hablar con Pino Solanas y que la política, la situación del cine argentino o del país no sean parte de los temas abordados. Con una larga trayectoria que lo llevó a sentarse como representante, ya sea en la cámara de Diputados como en la de Senadores a ser candidato a presidente y en 1991 a ser baleado en las piernas luego de haber criticado al entonces presidente Carlos Menem, Solanas piensa que la Ley de Cine, de la que es coautor junto a Luis Puenzo y Julio Raffo, fue muy saboteada. Además, reclama con vehemencia que finalmente se concrete la construcción de la cinemateca nacional (para la recuperación de los materiales cinematográficos, que incluye la creación de salas de exhibición, laboratorios, etc.), cuya ley impulsó Solanas y el Congreso de la Nación aprobó dos (1997) luego de que Menem vetara la primera ley de creación.