Escribe
DG. Darío Contreras

Algunas piezas gráficas provocan un profundo efecto en nosotrxs, mientras que otras, en condiciones similares, ni siquiera consiguen instalarse. Nos seguimos preguntando ¿Por qué?

Tras las miles de páginas escritas por la crítica especializada en Rock –tal vez, principalmente a través de las que escribió Greil Marcus– entendimos, hace tiempo ya, que la mejor música popular es comparable con cualquier forma del “arte elevado”. Esa misma idea, igualadora de las formas expresivas, también fue comprendida y usufructuada por aquellas y aquellos artistas que establecieron estrechos lazos y contribuyeron a consolidar una relación sinérgica entre el Rock and Roll y el Pop Art.

Así, a partir de casuales conversaciones entre colegas, surgieron en el marco de la música popular, algunas de las piezas gráficas más célebres de la comunicación visual: The Beatles, encargaron a Peter Blake el collage de la portada del “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, Milton Glaser diseñó el mítico retrato para el sobre interior del disco “Greatest Hits”, de Bob Dylan y Roger Dean proyectó el logotipo y el arte de tapa de varios discos de la banda británica Yes.

Escribe
DG. Darío Contreras

Algunas piezas gráficas provocan un profundo efecto en nosotrxs, mientras que otras, en condiciones similares, ni siquiera consiguen instalarse. Nos seguimos preguntando ¿Por qué?

Tras las miles de páginas escritas por la crítica especializada en Rock –tal vez, principalmente a través de las que escribió Greil Marcus– entendimos, hace tiempo ya, que la mejor música popular es comparable con cualquier forma del “arte elevado”. Esa misma idea, igualadora de las formas expresivas, también fue comprendida y usufructuada por aquellas y aquellos artistas que establecieron estrechos lazos y contribuyeron a consolidar una relación sinérgica entre el Rock and Roll y el Pop Art.

Así, a partir de casuales conversaciones entre colegas, surgieron en el marco de la música popular, algunas de las piezas gráficas más célebres de la comunicación visual: The Beatles, encargaron a Peter Blake el collage de la portada del “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, Milton Glaser diseñó el mítico retrato para el sobre interior del disco “Greatest Hits”, de Bob Dylan y Roger Dean proyectó el logotipo y el arte de tapa de varios discos de la banda británica Yes.

En abril de 1971, con el lanzamiento de “Sticky Fingers” –acaso el álbum más emblemático de prolífica carrera de The Rolling Stones–, se produjo un notable fenómeno comunicacional: la banda encargó el arte de tapa a Andy Warhol, el máximo artista pop estadounidense –que interpeló al mundo a través del primer plano de la bragueta del jean del modelo Joe D´Alessandro –, y el diseño del sobre interno, que contenía el disco de vinilo, a John Pasche, un joven estudiante de arte, que respondió a la demanda con el mítico dibujo de la “Lengua Stone”. Según cuentan los biógrafos e historiadores de la banda, Mick Jagger le habría entregado como referencia a Pasche una imagen de la diosa Indú Kali, que suele ser representada con la lengua afuera.

Desde mi punto de vista, Pasche, superó algunas limitaciones culturales presentes en esa referencia, como las del hinduísmo y la proximidad con la cultura Hippie de aquel entonces y diseñó un signo extraordinariamente pertinente, multicultural, simbólico, irreverente, sexual y sensual.

Asociada a las actividades más placenteras de la vida, entre otras cosas, la boca es el órgano vital con el que hablamos, besamos, fumamos y comemos. La lengua afuera, provocativa, es un signo de irreverencia y desafío a lo establecido, a la norma.

Medio siglo después, este signo marcario, es el ícono máximo de la identidad de la banda. El paso del tiempo, las campañas de comunicación y la superposición de enunciados que lo utilizaron, contribuyeron a instalar un isotipo tan potente que no necesita de logo alguno para ser identificado: esa boca abierta con la lengua afuera es la cosa misma, son The Rolling Stones.

Hoy, que los miembros de la banda superaron la “esperanza de vida rockera”, esparcieron los tiempos entre giras y postergan el lanzamiento de un material realmente nuevo, “la lengua” sigue mostrando su capacidad de reedición: hay lamida para un rato largo.

En abril de 1971, con el lanzamiento de “Sticky Fingers” –acaso el álbum más emblemático de prolífica carrera de The Rolling Stones–, se produjo un notable fenómeno comunicacional: la banda encargó el arte de tapa a Andy Warhol, el máximo artista pop estadounidense –que interpeló al mundo a través del primer plano de la bragueta del jean del modelo Joe D´Alessandro –, y el diseño del sobre interno, que contenía el disco de vinilo, a John Pasche, un joven estudiante de arte, que respondió a la demanda con el mítico dibujo de la “Lengua Stone”. Según cuentan los biógrafos e historiadores de la banda, Mick Jagger le habría entregado como referencia a Pasche una imagen de la diosa Indú Kali, que suele ser representada con la lengua afuera.

Desde mi punto de vista, Pasche, superó algunas limitaciones culturales presentes en esa referencia, como las del hinduísmo y la proximidad con la cultura Hippie de aquel entonces y diseñó un signo extraordinariamente pertinente, multicultural, simbólico, irreverente, sexual y sensual.

Asociada a las actividades más placenteras de la vida, entre otras cosas, la boca es el órgano vital con el que hablamos, besamos, fumamos y comemos. La lengua afuera, provocativa, es un signo de irreverencia y desafío a lo establecido, a la norma.

Medio siglo después, este signo marcario, es el ícono máximo de la identidad de la banda. El paso del tiempo, las campañas de comunicación y la superposición de enunciados que lo utilizaron, contribuyeron a instalar un isotipo tan potente que no necesita de logo alguno para ser identificado: esa boca abierta con la lengua afuera es la cosa misma, son The Rolling Stones.

Hoy, que los miembros de la banda superaron la “esperanza de vida rockera”, esparcieron los tiempos entre giras y postergan el lanzamiento de un material realmente nuevo, “la lengua” sigue mostrando su capacidad de reedición: hay lamida para un rato largo.