Nota

Caro Federico


La mirada grotesca y compasiva del cineasta Federico Fellini. Autor de "La strada" y de "La dolce vita".


Por Pablo De Vita

DIyS UBA | Crítico cinematográfico | Académico de número de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación | Premio de la Embajada de Italia al Mejor Periodista de Cultura.

PH. Mika Szelag – WFF

“El cine es un sueño que el espectador sueña despierto”
Jean Cocteau

El aciago 2020 también significa además el centenario del nacimiento de uno de los directores más importantes del cine europeo. Así Federico Fellini nos sonreirá de nuevo y volverá a trazar su recorrido único y distintivo que permite analizar el cine italiano de posguerra y, más precisamente, el que hubo de influir en el realizador. Según muestra Enric Ripio-Freixes en un diálogo con Fellini: “Paisá es el film que más ha influido sobre mí. Con Paisá seguí a Rosellini a través de toda Italia (…). La guerra acababa de terminar, y había alrededor nuestro una humanidad nueva, desesperada y, al mismo tiempo, llena de esperanza… (…) Paisá es realmente un momento importante en mi vida, no sólo desde el punto de vista cinematográfico, sino desde el punto de vista del descubrimiento de mi propio país”. Antes de esos años -su trabajo como guionista de Paisá data de 1946- Fellini alternará radio, cine, guiones y argumentos escritos especialmente para Mario Mattoli, Alfredo Guarini, Mario Bonnard y Alfredo Alessandrini con quienes colaborará entre 1939 y 1945, año en que interviene en un hito de la historia del cine de todos los tiempos: Roma, ciudad abierta, otra vez de Rossellini. Estos dos films, más L´amore del mismo director y para el lucimiento casi exclusivo de la gran actriz Anna Magnani, son los destacados momentos previos a una trayectoria descollante como realizador que se iniciará en 1951 con Luces de Varieté.

 

Pero, sin lugar a dudas, estos tres títulos previos marcarán algunas constantes del futuro director y una visión profundamente provocativa y cristiana al mismo tiempo. En Il mirácolo, segunda parte de L´amore, en su momento censurada en la Argentina por considerarla irrespetuosa para con la religión, Magnani encarna a una mujer de pocas luces que llega a lo sublime y al misterio religioso por el amor. Y Fellini, también autor del capítulo, interpreta a un pícaro que se aprovecha de esa situación. Si bien no convencional, la obra manifiesta una visión plena misericordiosa para con esos seres grotescos:. Como contundente explicación podemos citarlo en relación a su trayectoria escolar: “El parvulario lo hice con las monjas de San Vicente, aquellas de los enormes tocados (…) Había una novicia de cara congestionada y llena de granos a causa de las violentas erupciones de su turbulenta sangre… Su femilidad estaba estallando… Me abrazaba, me estrujaba entre olores a patatas, peste de sopa rancia y de sotana. (…) Los años posteriores a la elemental los hice en Fano, en el pequeño colegio provincial de los Salesianos. En ese tiempo tuvo lugar el encuentro fabuloso con La Saraghina. (…) Volví después a Rímini, al Liceo… El director, llamado Zeus, era una especie de ogro Comefuego; tenía un pie tan grande como un seiscientos y con él intentaba matar alumnos. Se fingía inmóvil y, de pronto, soltaba un golpe que te aplastaba como un escarabajo”.

 

Toda la vida de Fellini se escurre por un universo de 35mm en donde desembocan, simulados y desmesurados, los recuerdos de la infancia y la adolescencia (I clowns, Amarcord y Ocho y Medio) junto a las primeras experiencias con el mundo del espectáculo (Luces de Varieté), el deslumbramiento provinciano ante la urbe (La Dolce Vita, Roma, Intervista), el impacto del cine (Amarcord, E la nave va, también Intervista) y finalmente la melancolía del tiempo ido entremezclado con las reminiscencias históricas (Satyricon, Casanova, Ginger y Fred y Las voces de la luna); aunque desde luego todos estos elementos se entreveran permanentemente ¿Cómo olvidar la caótica sala de proyecciones de Roma con los carteles de Greta Garbo y de “King Kong” o el moderno periodista en la composición de Marcello Mastroianni y su mirada a esa urbe reinventada una y otra vez en La dolce vita?.  Precisamente no puede recordarse a Fellini sin Mastroianni, y viceversa, dado que el actor cuyos recuerdos plasmó en Mi Ricordo en sus últimos días, es indivisible como “alter ego” felliniano. Lo cómico del caso es que en la biografía escrita por Donald Dewey (“Marcello Mastroianni, una biografía intima”, 1994), Marcello recordaba su fastidio en el encuentro mantenido con Fellini a propósito de La dolce vita, cuando éste le dijo: “Te llamo porque necesito un rostro sin personalidad, como el tuyo”. La película se estrenó y desde “L´Osservatore Romano” se denunciaba su inmoralidad, mientras los democratacristianos y los monárquicos reclamaban que nadie fuera a verla, o que directamente se la prohibiera. Con esa ayuda inicial, y las críticas loables de los más importantes diarios de Italia, la película fue un rotundo éxito y catapultó a sus principales protagonistas, inolvidables Mastroianni y Anita Ekberg, al estrellato.

 

Atrás quedaban las caricaturas en cafés fiorentinos, las historietas y su posterior trabajo como redactor en la sección “comisarías y hospitales” en “Il popolo”, sus trabajos rudimentarios como gag-man y la supervivencia en un país en guerra, seguirían fieles a su lado Giulietta Masina, su esposa desde aquellos años, y Cesare Zavattini, el guionista más importante del neorrealismo. Esa etapa, que lo vincula con el mundo del espectáculo de la mano de Aldo Fabrizzi, quedará retratada en Luces de varieté como co-director junto con Alberto Lattuada y también en su primera película en solitario El sheik blanco. Un hecho olvidado es su continuo intento por realizar una película no concretada jamás: Il viaggio di Mastorna (“El viaje de Mastorna”, 1965), proyecto nacido de la desconfianza mutua con Dino de Laurentis y del cual solo quedan algunas imágenes en Block-notes di un regista, realizado para la NBC, unas fotos en las que Marcello Mastroianni (1969) y Paolo Villaggio (1991) también se colocaron el traje de Mastorna y un cómic de Milo Manara que fue del agrado de Fellini y con el que proyectó una segunda parte (en cómic) y el anhelado sueño de llevarla a la pantalla grande “No excluyo que “Mastorna Fernet” aparezca en la pantalla” decía en 1992 cuando ya se titulaba El viaje de Mastorna llamado Fernet y hacía tres que había culminado su última película Las voces de la luna, que tuvo una fría recepción y se la recuerda por incluir como protagonista a Roberto Begnini. Fellini fue uno de los directores más premiados, más exitosos y que más problemas tuvo en realizar sus películas: “Había firmado con la Cines para “El jeque blanco” y lo hice con Rovere; tenía contrato con Rovere para “Los inútiles” y lo hice con Pegoraro, firmé con Pegoraro para “La Strada”, pero la he hecho con Ponti; “Il bidone”, con Ponti, ha sido hecho para la Titanus; estaba contratado para “Cabiria” por la Titanus y he acabado haciéndola con Laurentis; firmé “La Dolce Vita” con Laurentis, y sabe Dios con quien la haré”. La hizo con Riama Film-Pathé Consortium Cinema.

 

Resulta interesante, en virtud de las efemérides con sus fechas exactas, recordar a un realizador que ejemplificó (como lo hizo Alfred Hitchcock, o corrientes como el neorrealismo) la combinación de una propuesta exitosa con el genio y el refinamiento creativo. Quizás lo que no deba olvidarse es que, tarde o temprano, el público casi siempre está detrás de los grandes (y auténticos) movimientos innovadores del cine. Muchos homenajes quedaron en el tintero y otro tanto servirá esa tinta no utilizada para escribir aún más sobre la vida de Federico. Uno de los mejores aportes de quienes escribieron sobre él es del español Manuel Villegas López (“Los grandes y fundamentales nombres del cine”, 1992), quien con una simple frase resume el genio vital del inigualable Federico: “La aportación fundamental de Fellini a la necesaria renovación del neorrealismo es la creación de un neorrealismo poético: más aún, de un neorrealismo romántico, valga la contradicción, porque la vida es contradictoria por definición”. Pequeño pero sentido homenaje a uno de los cineastas más importantes de la historia del cine y a cada uno de sus personajes, mitad tiernos y mitad grotescos, muy barrocos, pero por siempre queribles en cada gesto que despierta una renovada emoción.

La Strada (1954). Conjuga la soledad, el espectáculo de los circos, la religión.
La dolce vita (1960). Esboza una mirada crítica al periodismo y a la sociedad.
Amarcord (1973). Invoca su infancia y adolescencia en su pueblo natal.

Yo fui a buscar en Fellini la LIBERTAD. Pero fui de verdad, lo fui a buscar a él.

Cuando adolescente, ya sabiendo que quería hacer cine, vi por primera vez LA DOLCE VITA y fue como una epifanía: “yo quiero filmar como filma Federico”.

Más tarde, hice una diferenciación: yo no podía ni quería filmar LO QUE filmaba Fellini. El no tolera la realidad, la muestra distorsionada por el onírico, volcando su inconmensurable y voraz imaginación simbólica: el circo, los barcos, el catolicismo, la peste, la voluptuosidad de la mujer como diosa del deseo y figura maternal a la vez, etc. Es cruel, pero no agresivo. Es surreal, pero reconocible. Y siempre subyace una enorme piedad. ¿O bondad? El rodaba sus películas como vivía sus sueños.

No, yo no era capaz de filmar eso, lo que yo quería era aprender a filmar COMO filmaba él: sin rigideces, sin prejuicios, con una desbordante humanidad. LIBRE.

Entonces, decidí escribirle para pedirle su consejo. Fueron muchos los intentos epistolares, pero cada vez que tenía que echar el sobre en el buzón me acobardaba. “¿Por qué Fellini va a perder su precioso tiempo en responderme algo que quizás no tenga respuesta?”.

Elegí otro camino: empecé a estudiar italiano y ahorrar dinero para poder viajar a Roma en cuanto pudiera. El plan era tocar su puerta, invitarlo a tomar un café y hacerle la pregunta: “¿Cómo hago para ser libre?” Pasaron dos años y finalmente volé a Roma, toqué su puerta, pero él no estaba en el país. La decepción fue tal que se expresé en una larga carta escrita con el italiano que había aprendido para esa ocasión y se la dejé a su empleada para que se la entregara. Al regresar, encuentro un sobre esperándome: Fellini me había respondido, lamentando el desencuentro, expresando metafóricamente (por supuesto) que la libertad era una suerte de cuerda invisible que suele nacer en el plexo solar y, que si eso ocurriera –no siempre ocurre- tenía que aferrarme a ella y dejarme arrastrar, sin pensar, confiando.

Nunca conocí a Fellini. Partió antes de que pudiera volver a Roma. Un día, en las oscuridades del set de filmación de mi primera película, ocurrió algo parecido a cuando vi LA DOLCE VITA: sentí una molestia en la boca del estómago, ahí donde está el plexo solar.

Nota del autor: en 2005 rodé una película homenaje a FF emulando la mítica escena de la Fontana di Trevi (con Anita Ekberg y Marcello Mastroianni) llamada ELSA & FRED.

 

Por Marcos Carnevale.
Guionista, director de cine y televisión. Con destacada producción y realización de series ficcionales para la tv Argentina.

Se dice que a Fellini no le gustaba viajar pero sin embargo hay distintas maneras y él lo hizo. Por su propio país (y en la ciudad de Roma). En el tiempo (Satyricon, Casanova). A sus propios recuerdos (Amarcord). Simbólicamente (E la nave va). Pero lo que más me conmovió de sus películas es el viaje a su propio mecanismo creativo en «8 1/2». En ella realiza un salto ornamental a una puesta en abismo manejando A piacere a su «Alter Ego» Mastroianni por los pasos perdidos de su propio laberinto. Hablando con libertad de lo que más conoce y de lo que menos entiende…. Como un sueño lúcido del otro lado del espejo logrando por un momento de milagroso descuido filmar entre bambalinas al todopoderoso inventor de su Fantasía.

 

Por Carlos Belloso.
Actor, con larga trayectoria en series televisivas locales

“Todos sabemos que Fellini fue un genio, algunos dicen que fue el Picasso del cine, algunos dicen que fue el gran maestro del renacimiento cultural contemporáneo italiano. Conocí a Roberto Rosellini gracias a La hora de los hornos y conocí a sus hijos, que distribuyeron la película. Renzo Rossellini fue productor de La ciudad de las mujeres y me invitó al rodaje. Tuve la suerte de conversar un entremés de mediodía, comiendo alguna cosa, con Federico. Era extraordinario ver en Cinecittá a alguien que jugaba con el cine, que se divertía, cambiaba continuamente y nos remontaba a la forma de trabajar de Chaplin. Fellini me dijo: Mire Solanas, el cine es también un juego, sin juego no hay cine”.

 

Dijo Fernando “Pino” Solanas, al referirse al cine italiano de posguerra y a sus grandes referentes en el Homenaje a la trayectoria de Fellini en enero de 2020 en el Centro Cultural Kirchner.

«La fuerza de la imagen en los films de Fellini, tan difícil de definir porque no encuadra en los códigos de ninguna cultura figurativa, tiene sus raíces en la agresividad redundante e inarmónica de la gráfica periodística. Esa agresividad capaz de imponer en todo el mundo cartoons y strips que cuanto más marcados por una estilización individual tanto más comunicativos resultan a nivel de masas»Italo Calvino, escritor y periodista.

Fellini en dos volúmenes

El Libro dei Sogni, ilustrado en lápiz, tinta y acuarelas, durante treinta años se convirtió en un verdadero diario onírico, fuente de inspiración y de reflexión para Federico Fellini. La fértil actividad retratada con frases, diálogos y dibujos ilustra una obra compleja y poco estudiada que funcionó no solo como diario sino como storyboard o comic de sus ensueños.

Los volúmenes originales que se guardan en el Museo de la Ciudad de Rimini, la primera edición agotada (2007) o la actual del grupo Mondari Electra, que reproducen las originales fantasías plasmadas en papel, motivadas a partir de su relación con el psicoanalista junguiano Ernst Bernhard, ¿dan cuenta de quién fue y es Fellini? Con seguridad desmenuzan esa ambigüedad por su ciudad natal, tan amada y odiada; el erotismo de sus musas inspiradoras; su espíritu imaginativo y su evolución como artista: como un mosaico de su vida.

Paolo Fabbri, semiólogo, discípulo de Umberto Eco y quién además editó la versión online y el e-book del libro ilustrado, en una entrevista para un diario local dijo que “es muy difícil reconstruir las motivaciones de un autor. Pero en el caso de Fellini, además de la observación extrema de sus películas, tenemos una fuente extraordinaria –el intertexto– que son sus sueños. Es el único caso: no hay nadie más en el cine que haya transcrito durante años y años todos sus sueños. El soñaba, después preparaba el guión y la escenografía para hacer las películas. Los dibujos son una fuente privilegiada, no de las intenciones explícitas, sino de sus intenciones profundas”.

Sueños como material psíquico de imágenes nocturnas

«El director vive todos sus personajes y todos a un tiempo. Me acuerdo de cómo trabajaba Fellini. Era fantástico: bailaba, lloraba, reía, prestaba su voz a la enamorada, al seductor, a la puta, se tiraba al suelo, mimaba todo y a todos. Mientras trabajabas tenías la impresión de que era un dios, en el sentido de que creaba» Marcello Mastroianni en diálogo con Eugenio Scalfari y Vittorio Gassman.

Fellini 100

En Italia su país natal; por obvias razones que no necesitan explicación ni justificación, los eventos como conciertos, proyecciones, encuentros literarios, exposiciones, diálogos y conferencias con especialistas sobre su obra y patrimonio artístico, son una fiesta de aniversario eterno y contínuo que culminará con la inauguración del Museo Internacional Federico Fellini.

En Buenos Aires el proyecto Fellini, el mito fue el homenaje al director de cine y guionista italiano que la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA; el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires; el Centro Italo-Argentino de Altos Estudios (CIAAE) de la UBA; la Fundación Cinemateca Argentina y el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD), con el apoyo de la Embajada de Italia en Argentina y del Istituto Italo-Latinoamericano (IILA), organizaron en el 2020 para celebrar el Centenario del natalicio de Federico Fellini.

Entre las diferentes actividades que se llevaron a cabo vía streaming se concretaron dos concursos para estudiantes que tuvieron como resultado interesantes propuestas gráficas y visuales con gran calidad conceptual y de realización.

Afiches ganadores

1° Premio “Volar” de Victoria Martinez, estudiante Diseño Gráfico UBA/FADU.

2° Premio “Proyecto en el aire” de Emiliano Giorgetti, estudiante Diseño Gráfico UBA/FADU.

3° Premio “100” de Julieta Diaz e Ignacio Gonzalez, estudiantes Diseño Gráfico UBA/FADU.

Videominuto ganadores

1° Premio “Y la vida va” de Arturo Spano, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido UBA/FADU.

2° Premio “Un gran sueño” de Nika Ardito, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido UBA/FADU.

3° Premio “Un Raggio di Sole” de Emilia Tauil, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido UBA/FADU.

3° Premio “Las Fellinas” de Lucía Suarez, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido UBA/FADU.