Secretos arquitectónicos

La Ciudad de Buenos Aires, desde su fundación y principalmente en el último siglo, creció exponencialmente su demografía y desarrollo urbano. A pesar de su exponencial desarrollo muchos barrios porteños conservan en pie edificaciones centenarias.

Escribe Nahir Del Buey
Lic. Cs. de la Comunicación UBA

Buenos Aires es una de las ciudades más importantes del país, es así que tuvo dos fundaciones. La primera en 1536, por Pedro de Mendoza y la segunda en 1580 por Juan de Garay. Su historia demuestra que recibió miles de inmigrantes de Europa.

Y como toda gran metrópoli, esconde secretos arquitectónicos.

Uno de ellos se encuentra sobre la calle Sarmiento al 1113/17, a metros de la avenida 9 de julio y del ícono diseñado por Alberto Prebisch: el Obelisco, en plena capital porteña.

Si uno decide levantar la vista o se aloja en un hotel de la ciudad, entre obras y carteles publicitarios, se puede apreciar una vivienda de estilo normando francés típica de la ciudad de Mar del Plata, sobre la terraza de un edificio de nueve pisos.

Este diseño arquitectónico es popularmente conocido como estilo marplatense ya que era utilizado principalmente en los comúnmente llamados “chalets” desarrollados entre las décadas de 1930 y 1950 en la ciudad de Mar del Plata. Pero su estilo no es adrede, quien fue el ideario de esta construcción, era fanático de la ciudad balnearia de la costa argentina.

Un patrimonio cultural que esconde historias de inmigración y trabajo

El inmueble pertenecía a Rafael Díaz, un inmigrante español que llegó a la Argentina con su familia con tan solo 14 años. En 1887, fundó la mueblería Muebles Díaz. Llegó a vender muebles por catálogo, los que llegaban a todo el país y a crédito. Así, construyó la mueblería que ocupaba los nueve pisos y años más tarde, sobre la cima del edificio, edificó el “chalecito histórico”, ya que había soñado con una casa en el cielo. Rafael lo hizo en el último piso de su mueblería para poder descansar y hacer una siesta, como se sabe que decía, en los intervalos de cada jornada laboral. Al vivir en la localidad de Banfield tardaba demasiado en ir y volver a su casa, si tenemos en cuenta que por esa época uno de sus medios de transporte era la carreta.

Podría decirse que Díaz impulsó la publicidad en altura, ya que aprovechó su “chalet” para colocar un cartel publicitario de su mueblería. Más tarde, compró una antena de radio y, a través de la frecuencia 630 del dial, lanzó LOK Radio Muebles Díaz. Luego la emisora se convertiría en Radio Rivadavia.

Díaz pudo ver cómo se edificó el Obelisco en 1936. Cómo se fue transformando la zona. Y el ensanchamiento de la avenida 9 de julio en 1937.

El esplendor de su negocio duró hasta mitad de los años 70, cuando la fabricación de muebles más económicos fueron impactando en la compañía familiar. La mueblería cerró en 1985 y desde ese momento la familia alquiló el edificio para oficinas. Sin embargo, con el advenimiento de la pandemia y el home office, el inmueble quedó desocupado casi en un 60%.

El chalecito de la 9 de julio

Como en la mágica aventura de la película UP, donde un manojo de globos eleva una pequeña casa hasta las Cataratas del Paraíso, pareciera que esta casa voló hasta el techo del voluptuoso edificio.

El chalet de 200 metros cuadrados tiene una estructura simple. Una planta baja, un primer piso y un altillo. Conserva muebles de estilo inglés de los años 80, las máquinas de escribir con las que se hacían los contratos y la silla mecedora de la cónyuge de Díaz. A su vez, mantiene sus pisos originales de pinotea y las arañas de casi medio siglo.

A través de las ventanas, de sus cinco habitaciones, o subiendo por la escalera caracol del altillo, es que puede verse la cúpula del Congreso de la Nación, el Palacio Barolo y la obra en hierro con la imagen de Eva Perón en el edificio del Ministerio de Obras Públicas.

Su terraza permite tener una panorámica de toda la ciudad y al Obelisco casi al alcance de nuestras manos. El techo realizado a dos aguas con una marcada inclinación y sus paredes externas color crema, permanecen intactos al paso del tiempo, ya que, en 2014 bajo la Ley 1227, el inmueble fue declarado patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, y por eso su fachada no puede ser modificada.

El inmueble es una herencia histórica para futuras generaciones, que cuenta una historia de inmigración y trabajo. La historia de un joven soñador y visionario, pero también a su alrededor el paso del tiempo de una metrópoli.
Es así que, en casi 100 años, la ciudad de Buenos Aires cambió abruptamente, pero el chalecito sigue intacto.

Ley Nº 1227

Esta ley enmarca al Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, que invoca a la protección, salvaguardia, preservación, restauración, promoción y transmisión de los bienes patrimoniales que definen la identidad y la memoria colectiva de la comunidad. El órgano de aplicación es el Ministerio de Cultura de la Ciudad, a través de la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico dependiente de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural.