Streaming en tiempos de COVID

Cultura y entretenimiento por plataformas que sobreviven al virus


Re-configuración con crecimiento continuo



Re-configuración con crecimiento continuo

Por Silvina Marino

Licenciada y Profesora en Letras de la Universidad de Buenos Aires, poeta y periodista.

Como periodista se desempeñó como sub-editora del Suplemento Sí! del diario Clarín, especializada en cultura joven y música. Actualmente es colaboradora de música en el diario La Nación.

Junto a Sebastián Espósito fundó el colectivo 5 estrellas, que organiza el taller Alta Nota de periodismo musical.

Ejerce como docente de diversos programas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y como consultora en comunicación institucional.

La situación cero es la crisis, lo inesperado, lo violento de un virus que se presenta arrasador como el humo negro que habitaba la isla en la serie Lost o que paría la desnudez de Melissandre en Game of Thornes. Como un tifón inclemente de las películas catástrofe. Sólo que esta vez, en la vida real. En una pandemia, expansiva y traicionera, en la que hubo que cerrar puertas literales, alejar expresiones de afecto y evitar encuentros. Para que la catástrofe no creciera, no siguiera, no desmoronara el sistema de salud. Y así pudiera fortalecerse para tener más herramientas para enfrentar una forma desconocida de arremeter contra nosotres.

Desde el punto de vista sanitario, nos tranquilizó que aquí se buscara el bien común.

Desde el punto de vista de las relaciones intra familiares, inter familiares, amistades y todo lo extrañable, se apuntó a lo mismo.

Pero en la arista de los consumos culturales como la música en vivo o las obras de teatro (devenidos peligrosos en las primeras etapas de la pandemia) se necesitó una reinvención.

Así las cosas, con multiplicación de virtualidad en todas las órbitas. Así, también, se activaron plataformas que se usaban excepcionalmente de manera habitual: Zoom, Jitsi, Meet, video llamadas de Whatsapp o Facebook. Todo esto para seguir adelante con el trabajo que antes se realizaba en la oficina, con la docencia que se ejercía desde las aulas y con las reuniones que se hacían en bares, en casas.
Fue hace tanto pero hace tan poco que es imposible dimensionar lo que cambió.

Lo cierto es que el modo Streaming se nos aparece ahora como una posibilidad concreta de seguir produciendo y consumiendo arte. Más allá de que también se están activando de a poco las maneras convencionales de ir a ver un show o de asistir a un espectáculo.
Desde el inicio, las productoras y sus protagonistas (músicos, actores, directores) se pusieron como faro volver al escenario. Y lo fueron haciendo.

Porque lo primero y llamativo sucedió cuando la respuesta a la falta de espectáculos en el mundo, arribó desde el espacio personal de cada artista. Se empezó con transmisiones desde cada hogar, en el preciso momento en el que el público se convirtió en voyeur de lo que rodeaba un concierto intra muros. Porque asistía a la posibilidad de ver el detalle la cotidianeidad de cada músico sin el artificio de «Fulanito nos muestra su casa» de las revistas más anacrónicas. Veíamos sus casos.

Un hermoso lo constituyó las sesiones de Neil Young desde su residencia en el pueblo de Telluride, en Colorado, llamadas «Fireside Sessions». Allí se podía ver el living, el piano y el calor del fuego del canadiense con su esposa Daryl Hannah. Lo mismo con Rufus Waingright, que enumeraba la cuarentena por día para activar su ciclo «Musical Everydays», en el que cantaba y explicaba, y enfocaba los pormenores y particularidades de su habitáculo. Incluso, desde aquí, Fabi Cantilo se apropió de una marca registrada y de este concepto del hogar para nombrar a su festival Casapalooza (gesto paródico celebrable).

Visto con un poco de tiempo, en esa instancia sucedió algo, acaso, sin quererlo ni proponérselo nadie: se espectacularizó lo íntimo y se volvió íntimo lo masivo. Foucaultaniamente, lo privado se volvió público y lo público se convirtió en privado. O casi.

Y así, el contacto estrecho entre shows u obras de teatro se resolvió, primero improvisadamente y luego ya de modo comercial, por plataformas virtuales.

Pero, ¿el streaming llegó para quedarse?

Lo estrecho y tocante (de cuerpos que se rozan y abrazan, y saltan en el pogo) y todo lo que caracteriza al recital se está reinventando. Quizás vuelva como antes. Quizás vuelva distinto.

Por ahora las incipientes alternativas al streaming siguen mediadas, por ejemplo, en shows que se pueden presenciar en los autos. Y también en burbujas de a grupos acotados de personas para ver los conciertos.

El ritual de lo habitual no es ni ritual ni habitual.

Al menos, los músicos no tienen ya que hablar necesaria e incómodamente a butacas vacías o a la pantalla en un registro en vivo.

Es necesario un rescate, el legado positivo del streaming fue y es la federalización del espectáculo (y del conocimiento): desde cualquier lugar vemos lo mismo y ya no está todo concentrado en la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad y con acceso acotado a sus habitantes.

Por último, queda pensar si la experiencia en tanto espectadores, cambió temporal o definitivamente.

 

¿Qué sucede con los tres niveles definidos por Walter Benjamin en su noción de experiencia? ¿Qué está sucediendo y qué sucederá con la vivencia, la conciencia y la transmisión de esa experiencia?

Ya el cuerpo habilitó desde la percepción y desde la sensorialidad otros parámetros (distantes o lejanos, antes excepcionales y ahora comunes). Ya el sentido de lo que se vivió, se resignifica. Ya el nivel de comunicabilidad es inconmensurable: ¿se llega lejos pero se llega bien? ¿Se puede transmitir esta nueva experiencia? Porque estábamos hablando de experiencias placenteras de consumos culturales pero detrás hubo y hay un azote trágico que motorizó este cambio. Se hace difícil, todavía, narrar este costado. O habrá que imaginarlo, distópicamente, como un capítulo de la enorme Black Mirror.

Encuesta sobre hábitos informativos y entretenimiento

El estudio “Tecnología, noticias y entretenimiento en tiempos de aislamiento por el COVID-19”, realizado a partir de 1572 encuestas a diversas personas de entre 18 y 75 años radicadas en AMBA entre el 11 y el 15 de abril de 2020, surgió como indagación sobre cómo, ni bien iniciada la Pandemia, los públicos vivían el gran caudal informativo de noticias.

«La ampliación del tiempo dentro del hogar producto de las restricciones de la pandemia extendió el tiempo dedicado a los dispositivos tecnológicos como medios de entretenimiento, individuales y colectivos. Esto fue más fuerte incluso en las primeras semanas del aislamiento en las que hicimos la encuesta, cuando la mayor parte de las personas entrevistadas indicaron que le dedicaban más horas a las actividades de esparcimiento con los dispositivos tecnológicos que a informarse a través de ellos. De hecho, las actividades virtuales más escogidas fueron, en esos primeros meses, las recreativas, como las clases de gimnasia y los posteos de cocina. Casi la mitad de las personas encuestadas por entonces dedicaban además entre una y tres horas diarias a mirar series. La muestra de abril también mostró que niños, niñas y adolescentes ampliaron el uso de los dispositivos electrónicos tanto para actividades escolares y sociales, como con fines de entretenimiento. Los juegos de mesa y el esparcimiento no digital no fueron competencia para momentos de distracción cada vez más asociados a las pantallas. De hecho, en los primeros meses esto se verificó con la disparidad en los hábitos de lectura, ya que 4 de 10 entrevistados aseguraron entonces que leía menos que antes del aislamiento, el doble de quienes expresaron que en aislamiento dedicaban más tiempo que antes a la lectura. La extensión temporal de las pantallas no implica la desaparición de otros tipos de ocio dentro del hogar, aunque la tendencia en los cambios de algunas de estas prácticas podemos hipotetizar que seguramente llegaron para quedarse» nos explicó Mercedes Calzado sobre la investigación y el análisis de los resultados obtenidos.

Investigación: Mercedes Calzado, investigadora del Instituto Gino Germani UBA / CONICET; Vanesa Lio, del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS, CONICET-UNLP) / CONICET y Ailén Ciruli, becaria posdoctoral de la UBA.

El 81 % de las y los encuestados no leía ni lee el diario impreso. Twitter se consagró como el canal de información para jóvenes, seguido por diarios online, TV por cable y abierta. La radio como preferida de mayores de sesenta años.

usa tecnología para hacer gimnasia

para recetas de cocina

Investigación “Tecnología, noticias y entretenimiento en tiempos de aislamiento por el COVID-19”

Ver Informe CPS COVID-19

 

 


Tv, series y películas

mira 3 o más películas por semana

destina entre 1 y 3 horas por día a ver series y películas

niños/as de 2 a 4 horas de televisión diaria (mayormente contenidos por streaming).


Lectura

dijo leer menos que antes del aislamiento

manifestó leer más

lee la misma cantidad que antes


Contenidos por streaming

niños/as y adolescentes consumen Netflix

niños/as y adolescentes consumen YouTube

niños/as y adolescentes consumen otras plataformas

A más de 12 meses de la aparición mundial del virus del Covid-19 afirmar que la gran mayoría de nuestros hábitos han cambiado es una tremenda obviedad. Algunas tendencias o conductas se consolidarán y otras posiblemente queden como #modopandemico2020.

Pero para dar un poco de luz y analizar al streaming como herramienta, modo de vida o complemento ante la variedad de eventos culturales y sociales Enlinea convocó a referentes de la música y del periodismo para abrir la cabeza y su debate.

Marisol Misenta.

Más conocida como Isol, es reconocida internacionalmente como dibujante y una talentosa ilustradora. Como autora de libros donde abunda el humor y lo irónico sus personajes expresan ternura y transitan historias divertidas.

Su libro Petit, el monstruo, tomó vida en la serie animada infantil que lleva varias temporadas en el canal de tv PakaPaka.

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Alfredo Rosso.

Periodista. Especializado desde hace años en rock nacional: recorre cada milímetro de bandas históricas y simbólicas. Para muchos de los radioescuchas es un prócer en el análisis de la música local. Actualmente conduce La Casa del Rock Naciente en Rock & Pop y La Trama celeste en AM 750.

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Bobby Flores.

Roberto Daniel Flores – según su documento nacional de identidad- debutó pasando música y hoy, tras una trayectoria de más de 40 años, tiene en su haber la dirección de una radio, la cobertura de presentaciones míticas del rock internacional y la creación de un gran proyecto radial de nuevas tendencias: BitBox que financieramente no prosperó. Actualmente sigue en el dial de la Rock & Pop al frente de Tao.

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José Palazzo.

Productor y empresario rocker, logró instalar desde la provincia de Córdoba al Cosquín Rock como uno de los eventos más multitudinarios y representativos de Hispanoamérica por su diversidad y variedad sobre la escena musical. En el 2020 experimentó el primer Cosquín Rock online.

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Juanchi.

(Juan Alfredo Guillermo Baleirón) es productor artístico, guitarrista y actual cantante frontman  de Los Pericos. Grupo humano que en 1986 le imprime un sonido propio al reggae local.

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Poseidótica.

Integrada por Hernán Miceli en guitarra, Martín Rodríguez en bajo, Santiago Rua en guitarra y Walter Broide en batería; es la banda que con identidad propia llevan recorriendo el mundo de la música desde hace ya 20 años.

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Desde tu campo de expresión, ¿cómo viviste las experiencias vía streaming? ¿Qué rol tendrá en nuestras nuevas realidades?

Es evidente que el streaming permite un show con un umbral infinito de espectadores, ¿el rock como fenómeno social, musical y cultural qué pierde y qué gana?

La dominancia del streaming actualmente es resultado de la imposibilidad de la presencialidad. ¿Cómo analizas este fenómeno y sus posibles consecuencias en el mundo de los espectáculos musicales?

Teniendo en cuenta distintas experiencias y sus posibles variantes. ¿Cuáles son los pros y contras de las propuestas culturales vía streaming?

Durante el 2020 el anuncio de la pandemia no los detuvo. ¿Cómo vivieron cada una de esas experiencias?

¿Qué buscaron al hacer un recital 360°? ¿Pensaron sus ventajas y desventajas vía streaming?